viernes, 12 de julio de 2013



PRIMERA SEMANA EN MALTA
Sin dormir más que tres horas, empezamos el viaje a Malta haciendo la cola en el aeropuerto en la puerta de embarque con destino a Polonia, sin darnos cuenta que en la cola cantamos como almejas con nuestras sandalias, vestidos de tirantes y gafas de sol, entre las chaquetas y los zapatos cerrados de los otros pasajeros. Ahí nos damos cuenta de que nuestro viaje puede ser algo peligroso con nosotras tres al mando. 
A las nueve de la mañana ponemos nuestro pie en Malta. Dirección  San Julian’s donde se encuentra nuestro hostal. Después de pasearnos con las pesadas maletas por la solana y las numerosas cuestas, por fin llegamos al hostal. 
Con sólo ver los pelos en las sábanas y las ronchas amarillas en los colchones ya te das cuenta que el hostal deja mucho que desear, sucio no, lo siguiente. Pero bueno, por no pasearnos con las maletas sin rumbo, decidimos quedarnos y hacer el cuerpo fuerte solo por dos noches. 
Al hacer vida en el hostal nos damos cuenta que en la habitación de al lado se aloja Hugo! El chico que el año anterior nos enseñó habitaciones en Londres para alquilar. Y desde entonces no nos separamos de Hugo “El Maestro”, Dani “El Ligón” y Alba Vich  hasta su partida.

Con los chicos de la habitación de al lado aprendemos a ser más piratas que nunca.
Primero conocemos a Hugo “El Maestro”el cual nos enseñó habitaciones para alquilar en Londres el año anterior . Que casualidad más grande! La verdad que fue difícil reconocerlo a simple vista porque apareció con unas gafas de sol y peste a vozka, y mejor que fuera con gafas de sol porque cuando se las quitabas podías contemplar que detrás de esas gafas se escondían unos ojos moraos de la ostia anterior y rimmel.                          
De la ilusión decidimos ir a visitar Malta con ellos, llegamos a la playa y … llamada de nuestro jefe… tenemos que ir a la party boat de fiesta, hemos quedado a las 5 en Paceville pero estamos a 30 minutos en bus teniendo en cuenta que son las 4:00 y que el bus 222 pasa cuando le da la gana y tarda la vida, decidimos hacer autostop (lo más normal del mundo ;D ) al minuto 1 se para un chico Maltés de 19 años súper simpático que no se irá de nuestras vidas tan fácilmente.


                                       
Llegamos a las 4:30, nos despedimos de nuestro amigo, el que flipa un poco con nosotras, que no paramos de darle conversación y le decimos de salir con sus amigos otro día ya que nos gusta relacionarnos con gente del país donde vamos. A este chico lo aprenderemos a valorar más adelante, pues nos damos cuenta que en este país del mediterraneo no son tan abiertos o majos como pensábamos, más bien són un poquito bordes.
Nos duchamos y quedamos con el equipo del barco,  sin saber bien bien que ibamos a hacer. Nos ponemos nuestro biquini debajo, ropa cómoda y entramos en el barco de madera super mono de gratis, después de que los jefes se quejaran porque todavía no habiamos empezado ni a trabajar y ya estábamos de fiesta en el barco.  Durante la primera hora nos dirigimos a Valleta y notamos que el barco se mueve tanto que a penas se puede ni caminar. Resulta gracioso al principio, hasta que Sara "picolina" se marea. Una vez el barco para, la barra libre empieza a hacer efecto y empezamos a conocer gente de diferentes lados del mundo, empezamos a pasarlo bastante bien con las 200 personas en medio del mar y con la música molona y dj en directo. Ahora viene cuando la gente se empieza a tirar al agua, de nosotras, Anna es la que se atreverá. Salta desde el barco con dos huevos y sube super motivada diciendo que es una experiencia increíbleeee, ella en medio del mar, y debajo de las estrellas, la bombaaa, pidiéndonos que nos tiraramos para sentir lo que estaba sintiendo ahora mismo. Y no, no era solo efecto del alcohol u otras cosas, ella es así de elegante, y esta historia se repetirá en otra ocasión: ella, el mar, la noche y las estrellas. Se acaba la fiesta y nos vamos con unos chicos del Bronx en una discoteca de Paceville, donde vivimos. La noche es crazy. Vamos al hostal.

Los maestros piratas se las han apañado para dormir una noche en nuestra habitación sin pagar ya que como les quedaban tan solo dos noche en Malta han decidido no pagar más noches en el Hostel y ahorrarse ese dinero durmiendo los 3 en una cama.
La jugada les ha salido mal porque solo teníamos reserva para un día más, por lo tanto nos quedábamos las 6 sin alojamiento para el día siguiente… vaya descontrol… a volver a mudarnos y a buscar alojamiento.
Hugo ha reservado en un resort un apartamento para 2 en el cual al final acabamos durmiendo los 6. (sin comentarios)
Con mucha suerte podríamos ser 5, ya que uno de los chicos de la habitación de al lado, Danny (el ligón) podría dormir en casas ajenas.
Han sido días intensos con ellos, parece que les conozcamos de toda la vida son la BOMBA.
Hoy es el último día que están en Malta y hemos decidido hacer una barbacoa (bbq), de la que conseguimos los ingredientes de restaurantes, la sal del mar, y demás cosas de guiño guiño. Antes de eso tenemos que ir a una reunión con nuestro jefe. Al llegar vemos una nota que para nosotras es un acertijo porque falta una preposición muy importante qué nos indicaría el lugar exacto donde encontrarnos. Cosas del destino acabamos encontrándolos en un hotelazo cerca de nuestra casa donde hicimos una bbq.
Se me olvidaba, el apartamento que cogió nuestro Maestro es donde finalmente decidimos alojarnos para toda la temporada…

Es hora de decir adiós a los chicos de la habitación de al lado y desear por dentro volver a vernos en Italia o en Egipto.
Y es que te das cuenta que viajamos para conocer a las personas por encima de conocer ciudades o paisajes, nos enriquecen las personas con diferentes estilos de vida que nosotras, con diferentes culturas, las que nos pueden enseñar cosas, las que están fuera de nuestra zona de confort. Y es algo que solo la gente como nosotras, las viajeras piratas, pueden entender.
Ahora viene trabajar un poco, sin olvidar que estos son unas “vacaciones pagadas”. Así que empezamos un par de horitas por la calle por la noche del martes. Nuestro primeros clientes, 4 chicos futbolistas que volverán a aparecer en nuestras vidas más adelante. 
Nuestra semana se resume en trabajar un par de horas por la noche, hacer contactos e ir vendiendo mientras hacemos nuestra vida normal. Nos toca ir a vender a algún apartamento de niños italianos, por lo que nos acaban invitando a pasta y merienda de nutela en varias ocasiones. Un grupo de ellos eran modelos, lo que acabamos haciendono del salón un estudio de fotografía, haciéndonos fotos super flipadas (aunque ellos se lo tomaban bien enserio), pases de modelos, escuchando consejos de nutrición, etc.
Llega el sábado y la venta no ha ido nada mal en proporción a lo trabajado. Parece que las cosas nos están saliendo bastante redondas, que toda la mala suerte que pudimos tener en Londres se está volviendo en buena suerte aquí en Malta, un país donde las cosas salen bien sin esforzarse demasiado. Se acabó pagar dinerales por el transporte, por la vivienda, por la comida, por la vida. Ahora toca no pagar bus, intentar comer gratis siempre que podamos, ya seaa en buffets de hoteles o en casa de amig@s, pagar nada y menos por vivir en el centro de Paceville en un hotel de 3 estrellas, dejar que nos inviten a una bebida en la discoteca, etc. 
Toca no dejarse el cuello en un trabajo donde no se nos valoran, en un horario de m…, para pagar simplemente una habitación y una tarjeta de metro. Aguantando las multitudes de esa gran ciudad, las lluvias, el frío. Toca calor, playas, isla pequeña, sin horarios. Toca no vivir en un país donde la gente solo piensa en hacer dinero, en trabajar, en sobrevivir. Toca vivir en un país que vive del turismo, donde la gente está feliz porque son sus merecidas vacaciones.
Nos toca disfrutar porque nos lo hemos merecido. Nos toca VIVIR. Vivir más intensamente que nunca. Donde los días se hacen eternos, donde el ayer parece hace una semana. Porque nos pasa cada día algo nuevo, porque cada día aprendemos algo diferente, porque estamos creciendo (aunque sigamos siendo unas niñas en el fondo). Porque la aburrida rutina no existe. Porque así se alimenta nuestra alma, así se alimenta el alma del viajero. 
La fiesta loca que vendemos: Lazy Pirates, llega. Solo puede ir una de nostras, Sara la picolina (ese nombre viene cuando un italiano le dice: calma picolina).
Llega la hora de ir al barco para hacer unas fotitos, hoy me toca hacer de fotografa, Sara y Anna les toca vender más tickets (o eso dicen).
Empezamos bien, todos reunidos para subir al barco, intento subir al barco con nuestros customers para tener el apoyo moral que me falta al no estar con Sara y Anna. Finalmente lo consigo :)
La fiesta fue muy buena, entre foto y foto bailaba con los “pá los chavales” (los futbolistas) que eran unos de los más majos de la fiesta.  Llega la hora de poder tirarnos al agua y después de lo que me había explicado Anna no podía perderme otra vez esa magnifica sensación de tirarse al mar a plena noche… subidón subidón. Me tiré una, otra y otra vez, era genial esa sensación. Empecé a tener frío y necesitaba volver a “trabajar” haciendo fotos, mi cámara peligraba con tanta gente mojada y borracha así que intento ir con cuidado y hacer poquitas fotos. En general es una genial fiesta ,sobre todo, por la buena compañia.
La fiesta empieza a acabar y creo ser la única sobria de la fiesta, después de la fiesta me voy con los “pá los chavales” a su hotel (HOTELAZO) donde se cambian para ir donde había quedado Sara y Anna. Llego una hora tarde y en esa noche Sara se convierte en la borde de la fiesta.


La fiesta acaba después de una noche alocada en la discoteca española por excelencia del centro. Después de echarnos unos bailes con el tractor amarillo, Marisol, la Macarana y demás, nos dirigimos al señor "Hotelazo" donde nos hacemos un jacuzzi y buffet de desayuno con todo lo que te pudieras imaginar por la cara. 


A Sara hoy no le toca ir a la fiesta del barco por lo que decide quedarse con "pá los chavales" para ver la capital del país, entre pasar toda la mañana en la piscina, una comida a lo grande , y compra de souvenir solo nos da tiempo a coger el autobús turístico nocturno. Hacemos tiempo pasando y revisando fotos del viaje. Estamos listos para subir al autobús, esperamos 10 minutos, 20 minutos... voy a preguntar a las chicas que nos habían vendido en ticket y me dicen que ha habido un error y que el autobús no sale ese día. Decidimos ir al hotel a dormir antes de que estos sigan su rumbo hacía la rutina. El día de visita queda anulado y acaba siendo un día de relax :)






 El mismo día Anna y Sara, la responsable, deciden ir a ver la capital del país donde viven en lugar de ir al barco. Como era de esperar, en un país donde toda la arquitectura es prácticamente igual y es camuflada con la arena, donde todas las fachadas son marrones y casi hay más grúas que casas acabadas, la capital tampoco tiene nada que ofrecer. 
Y aunque pensé que nunca lo diría y pese haberla criticado antes, se echa de menos Londres. Se echa de menos la vida de allá, algunas personas que han dejado huella en nuestro corazoncito, se echa de menos un ciudad con tanto encanto y tanto que ofrecer. Una ciudad civilizada, responsable por el día y alocada por la noche, tan rica culturalmente, en arquitectura y ocio. Pero es una ciudad que se nos estaba quedando grande, que se estaba comiendo a 3 pequeños pajaritos que necesitaban volar y ser más hippies. 






Se nos olvidaba comentar que aquí el bus es “gratis” pues nadie nos pide nunca el ticket, o si eso enseñamos el del primer día y nunca lo miran.  Esto lo aprendimos del “Maestro”, junto con muchas cosas más. La idea es vivir con los mínimos, como sea, con chanchullos, Malta Style.
Sabíamos que algún día nos pillaría el revisor del bus, y ese día llegó a la vuelta de Valletta. Nos hicimos las locas como si no encontraramos el billete y el revisó nos pidió que le acompañaramos hasta el asiento del conductor. Situadas a última fila, con el revisor por delante de nostras, la puerta del bus trasera abierta y con apenas 5 segundos para pensar, nos bajamos del bus y nos fuimos corriendo como dos delincuentes sin mirar para atrás toda la calle arriba (como si el revisor tuviera la intención de perseguirno). No puedo describir el subidón que sentí en ese momento, jijiji.